domingo, 23 de octubre de 2016

LA GIOCONDA LEONARDO DA VINCI

LA GIOCONDA  1503
La Gioconda
óleo sobre tabla 77 x 51 cm
Museo del Louvre Paris




 
Al contemplar el cuadro más famoso del mundo , muchos quedan perplejos ante la aparente simplicidad de la obra, en la que se representa una dama corriente ( se cree que era Lisa Gheradini , esposa del mercader florentino Francesco del Giocondo ) De ahí posiblemente el artista se valió del apellido de su esposo para titular este retrato .
 
 
Parece ser que Leonardo huyo de las maneras renacentistas El artista representa a esta mujer con su postura frontal y con una mirada desafiante hacía fuera Parece como si esta mirada traspasase el cuadro y estuviera mirando de forma enigmática al espectador de una manera despreocupada y fugaz , medio girada , mira al observador sonriendo.
 

.
 
La grandeza y la serenidad que la obra trasmite parece proceder de su profundidad anímica; la intimidad psicológica parece modelar la presencia física de la dama, que, al mismo tiempo, se desintegra en la naturaleza envolvente, sin que por ello pierda su propia identidad. Leonardo consigue que lo universal y lo particular se conjuguen en una simbiosis perfecta. El paisaje, en continuo movimiento, símbolo del ser de la naturaleza, se conforma mediante ríos que fluyen, brumas, vapores, rocas deshilachadas, juegos de luces y vibraciones de colores. Nada hay permanente, todo se trasmuta y se funde en una visión de paisaje irreal, esencia de la naturaleza. La belleza estriba en ese continuo ser y no ser, hacerse y deshacerse; la mujer, en comunión con la naturaleza, se integra y forma parte de ella, convirtiéndose igualmente en fondo.

Vasari consideró que esta pintura era la obra maestra de Leonardo y alabó efusivamente su portentoso naturalismo . No hay detalle en esta obra que no observara con placer : " incluso la nariz , con sus hermosas ventanas , rosadas y tiernas , parecían que eran de carne y hueso " escribió , proclamando que el cuadro de Leonardo , al que dedicó tres años de su vida , era de una tal perfección que por una serie de detalles no vistos hasta entonces , como el etéreo velo en el que se aprecia el dominio del medio que poseía Leonardo y su portentosa capacidad de plasmar el mundo visible en un cuadro. El velo aparece como algo tangible aunque transparente ; desvela las formas que cubre y simultáneamente las transforma . La tenue muselina que cubre su frente contrasta con la textura del pelo suelto ; su transparencia modifica el aspecto del fragmento del paisaje que hay detrás .


 Leonardo utilizó un típico sfumato: los suaves colores y los contornos se funden en una sombra indecisa. De la misma manera, la expresión del rostro es equívoca: una sonrisa juega alrededor de la boca y los ojos, pero, ¿es burlona o melancólica? La joven parece mirar al espectador, pero también al mismo tiempo mira a lo lejos, o hacia su interior

 
Tamara Tamaral
23-10-2016
 
Bibliografía : Grandes Maestros de la Pintura , Edic Lunwerg
                      Leonardo da Vinci, Edit Biblioteca el Mundo 









 

lunes, 3 de octubre de 2016

EL BALANDRITO JOAQUIN SOROLLA

EL BALANDRITO 1909
El balandrito
óleo sobre lienzo 1, x 1 m
Museo Sorolla Madrid

 

 

Joaquín Sorolla y Bastida fue uno de los pintores más relevantes de finales del siglo XIX y principios del XX. Tuvo una gran carrera y una brillante proyección internacional, lo que le reportó prestigio, posición económica y numerosos discípulos. Uno de los temas recurrentes de este artista fue el mar, y por ello le dedicamos una entrada.

Breve biografía

Sorolla nació el 27 de febrero de 1863 en Valencia, era de familia humilde y creció junto al antiguo barrio de pescadores. Con sólo dos años quedó huérfano y se crió, junto a su hermana, con sus tíos maternos. Ingresó en 1874 en la Escuela Normal Superior de Valencia, donde pronto destacó por su habilidad para el dibujo y la pintura. Aprovechando sus capacidades ingresó en las clases de dibujo de Cayetano Capuz y en 1878 se matriculó en la Escuela de San Carlos.
 

Sorolla pintó magistralmente la pureza de la luz mediterránea, que descubrió observando el mar, sus reflejos y las ondas. En palabras de Laura García Sánchez “representa sin lugar a dudas el triunfo del mediterráneo pictórico, hecho de blancos y azules luminosos”. Otra de sus características es la instantaneidad y lo imprevisto de sus obras.




El balandrito Pintado en 1909 en la playa valenciana de El Cabañal, El balandrito es una de los cuadros más conocidos y populares de Sorolla. Tras su regreso de Estados Unidos, Sorolla desarrolla una productiva campaña estival en la que da rienda suelta a sus intereses pictóricos y a sus gustos temáticos, lo que se traduce en la calidad y madurez que transmiten las obras realizadas en este momento. 


 Los niños jugando en el agua o en la orilla de la playa son frecuente pretexto de estos cuadros, en los que el punto de vista se eleva hasta hacer desaparecer el horizonte, dejando que el agua llene la totalidad de la composición.

En este cuadro, como en ningún otro de Sorolla, se produce la desaparición de la profundidad, la identificación del espacio pictórico con la superficie del lienzo, y la disolución de la figura en su fondo, ambos deshechos, atomizados por la acción de la luz reflejada y refractada en la superficie movediza del agua.


 En esta forma de abordar la representación como una recreación de sensaciones, Sorolla refleja instintivamente algunas preocupaciones filosóficas de su tiempo sobre la percepción; pero el resultado es una imagen de intensa sensualidad, capaz de contagiar, en esa imagen del niño embebido en su juego, el placer de su total inmersión en el agua y el sol.


Tamara Tamaral
3-10-2016
 
 
Bibliografía : Edit Libsa
                     Cátedra de Historia y Pintura Naval


domingo, 2 de octubre de 2016

BAILARINAS RUSAS EDGAR DEGAS

 BAILARINAS RUSAS 1899




Bailarinas rusas 
pastel 62, 9 x 64,7 cm
Metropolitam Museum Of Art Nueva York








 



Espléndida pintura al pastel, dentro del tema de la danza que es uno de los predilectos del artista, que tantas veces evocó sus posturas y movimientos en el camerino, en la sala de ensayos o sobre el escenario.


La actuación de un grupo de ballet ruso en el Folies Bergère en 1895 pudo servir de fuente de inspiración a Degas a la hora de realizar esta escena, en la que podemos contemplar a tres bailarinas rusas en un paisaje imaginario.





En este caso, ha preferido ambientar el baile popular eslavo en campo abierto, ante una dilatada llanura, como recordando el paisaje ruso. Prescinde por ello de las luces artificiales del teatro y da una iluminación igual, de aire libre, al grupo compacto que forman las tres bailarinas.
 
 Visten amplias blusas blancas y faldas de vivos colores, llevando flores sobre sus cabezas y collares rojos en el pecho. Sus movimientos están perfectamente captados, recordando las imágenes del ballet. La luz de un sol del atardecer ilumina la composición, destacando las tonalidades del horizonte y las sombras coloreadas que se aprecian en las blusas de las danzarinas
 
 
 La ejecución es típicamente impresionista, con un rasgueo de trazos en que se yuxtaponen los colores puros del pastel, dando limpidez a la pintura. La composición está muy cuidada para dar una sensación dinámica del grupo que se mueve hacia los lados.




. Será la luz la que funda armoniosamente las figuras con el paisaje, obteniendo un bello efecto atmosférico del atardecer. Sin embargo, la gran preocupación de Degas es el color, aplicado a base de pequeños y rápidos toques de pincel que le sitúan cerca del Puntillismo.


Tamara Tamaral
2-10-2016

Bibliografia : Grandes Museos , Edit Planeta