jueves, 21 de junio de 2018

CATALINA MICAELA DE AUSTRIA DUQUESA DE SABOYA SANCHEZ COELLO, CLAUDIO

CATALINA MICAELA DE AUSTRIA DUQUESA DE SABOYA 1584


Catalina Micaela de Austria, duquesa de Saboya, 
Óleo sobre lienzo. 111 x 91 cm.
 Museo del Prado.
Catalina Micaela de Austria, duquesa de Saboya, h. 1584. lo. Algunos autores la consideran obra de Sofonisba Anguissola.


De más de medio cuerpo, Catalina Micaela (1567-1597) viste saya entera negra con cuello y puños de puntas, mangas interiores en blanco oro, con lazos blancos. Dos vueltas de perlas, collar, botones de oro labrado y cinturón son su rica joyería. Al igual que otros retratos cortesanos apoya una mano sobre un sillón, en alusión a su alta alcurnia, mientras con la otra sostiene algún objeto femenino, en este caso su pareja de guantes.


Es el único retrato que Sánchez Coello pinta de la Infanta adulta, poco antes de que partiera para Saboya, siendo una de las obras más preciadas del pintor. El paulatino alejamiento de la minuciosidad, la pincelada suelta y libre, bien visible en el cabello y en el tocado, y la gama cromática empleada en el rostro hacen evidente la influencia de Tiziano.


Tamara Tamaral
21-06-2018

Bibliografia ForoXerbar 

miércoles, 13 de junio de 2018

COMPÁS DEL CONVENTO DE SANTA PAULA SEVILLA MANUEL GARCIA RODRIGUEZ

 COMPÁS DEL CONVENTO DE SANTA PAULA MANUEL GARCIA RODRIGUEZ


Compás del Convento de Santa Paula, Sevilla, c Óleo sobre lienzo, 73.7 x 97.8 cm.+
Museo Carmen Thyssrn Málaga


Con un sentido colorista y descriptivo, siempre con la presencia femenina entre una abundante floresta, esta pintura de la última etapa de la producción de García Rodríguez recoge un pintoresco y sevillanísimo rincón perteneciente al compás del célebre convento de Santa Paula, un lugar emblemático y de carácter de lo que ha venido tradicionalmente, incluso desde los primeros viajeros románticos, considerándose como sevillano.

En relación con el lugar en cuestión, el célebre convento sevillano, con su conocida portada mudéjar de azulejería renacentista debida a Niculoso Pisano en su compás, y tan ensalzada por visitantes e historiadores, queda eludida en esta pintura. García Rodríguez, por contra, prefiere el argumento más ecléctico y popular del entorno del jardín, al que también se incorporan algunas notas luministas sobre el monumento emboscado.

El lienzo recoge un encuadre de la cabecera de la iglesia conventual con las gárgolas y la crestería gótica y un rincón del jardín adyacente. En torno a una alberca (hoy desaparecida), en primer plano, aparece todo un repertorio de macetas de rosales, claveles y geranios junto a la casa del guardés, a cuya entrada se halla colgada una jaula de canario que canta en una soleada mañana. Posee esta obra unas características y una especial atención a detalles descriptivos que apuntan, como en el caso de Jardines del Alcázar (p. *), a un preciosismo de carácter ilustrativo popular, donde se deja entrever ciertas reminiscencias de las ilustraciones modernistas.

De hecho, este tipo de pinturas de la producción de García Rodríguez, en especial las de su última etapa, están entendidas a modo de pinturas emblemas de un «jardín de los sentidos» sevillano; un aspecto cultural local mantenido desde visiones anteriores por artistas y escritores. Se establece así una solución de continuidad en cuanto a la atención a este tipo de temas dentro de una sensibilidad común, que iría desde los Bécquer hasta José M.ª Izquierdo, pasando por Romero Murube o Cernuda.

En este sentido, resulta muy reveladora la descripción que ya en 1894 publicó el historiador y gran hombre de la cultura sevillana José Gestoso; una descripción muy ajustada y de acentos bécquerianos que tiene mucho de coincidente y de valoración de la personalidad de este singular espacio ajardinado. Dicha descripción fue publicada a modo de introducción de la obra Páginas sevillanas, perteneciente a otro escritor relevante, en lo que se refiere a la definición de «lo sevillano», como fue Manuel Chaves.

Tamara Tamaral
13-06-2018

Fuente ForoXerbar